Goya, en una de sus obras más emblemáticas y oscuras llamada “Saturno”, nos muestra una representación del dios griego del tiempo, que engullía sus hijos conforme iban naciendo. Este macabro contexto terminó, cuando su último hijo, Zeus, logró salvarse de sus fauces y ya siendo un adulto acabó con su padre haciendo que vomitara a cada uno de sus hermanos.
Ese lúgubre acto, representa, en el cuadro y en la mitología, la barbarie del tiempo que devora toda historia y contexto y que logra transformarse en la medida en que se altere radicalmente el presente reconociendo siempre los efectos del pasado. Quizás por ello, al final, Zeus obligó al fanático de su padre a vomitar a sus hermanos, como una muestra de no olvido y de dignidad.
En Colombia y en el Tolima, es tiempo de vencer a quienes han devorado nuestro presente, mientras nos dibujan un futuro diseñado exclusivamente para ser masticado por ellos mismos. Una representación de esto, es el denominado: Barretismo. Una corriente política, que, como muchas o la mayoría en Colombia, no representa una autoridad ética y menos intelectual, sino simplemente el gamonalismo emergido de la corrupción, la clientela y el logro de los ejercicios electorales. Una representación más de Saturno engullendo el presente y futuro de los y las tolimenses.
Si existe “Barretismo”, como mal se enuncia a estos grupúsculos, es estrictamente por el modelo corrupto que rodea este país, mas no porque alguno de estos personajes, representen claridades políticas, académicas o estadistas que den tal distinción. Por el contrario, esta agrupación familiar, “Los Barreto”, han crecido económica y políticamente en medio de sinuosos escándalos desde la llegada de Oscar Barreto al concejo de Ibagué en 1982.
Durante la carrera política de este cuestionado señor, han sobresalido diversos escándalos como aquel en 2008 que le originó una sentencia por irregularidades en una licitación. Misma sentencia, que años más tarde y aprovechando una argucia jurídica logra generar una absolución en segunda instancia. En 2019, igualmente, la procuraduría abriría pliegos por peculado a favor de terceros y prevaricato, debido a un convenio Andrés Bello porque según el ente acusador se celebró un contrato sin los requisitos legales. Pese a todo esto, se entra a sumar a las más de 119 investigaciones por contratos celebrados durante su Gobierno. Todas ellas, como la triste realidad jurídica de este país, brillan por la dilatación, el vencimiento de términos y la injusticia.
En este periodo de tiempo, la acumulación de poder, a través de prebendas, toma institucional (como la Universidad del Tolima y Cortolima) y la cooptación de lideres y lideresas locales y regionales, fue creciendo de manera exponencial. Es así como logra su poder político por medio de contratos y privilegiando ese mundo oscuro que ve la política como una forma de hacer dinero y el dinero como un mecanismo de lograr hacer política. Todo esto le permitió que sus familiares incursionaran en el mundo de la política llegando con sus mismas prácticas al senado e incursionar como candidatos a la alcaldía.
Preocupa, en medio de este contexto, que, pese a que toda la ciudadanía reconoce esta realidad, se siga apoyando a este partido y a este cuestionado clan familiar. Duele ver a familias pobres del departamento agradeciendo por obras mediocres, que son obligación del mandatario de turno y que en su gran mayoría fueron desarrolladas con costosos estudios, elevados precios y precaria calidad. Aun así, estos señores, sin ninguna vergüenza ni dignidad, posan en los territorios y sin sangre en la cara se alzan con micrófono en mano, pavoneando en medio de la ignorancia y alzando discursos cargados de mentiras y espejismos. Vendiéndose como intelectuales, estadistas y políticos, cuando son solamente simuladores, casi que actores en una pantomima que compra conciencia y enreda despistados. Son en definitiva un monstruo devorando y rasgando con sus dientes la posibilidad de un mejor departamento.
La política se ha convertido en ello, en una oda del enamoramiento al ignorante. Si existe un clan familiar Barreto, es porque ha habido un pueblo sin ética ni dignidad que lo respalda. Es inaudito que no se calcule, por parte de los votantes, el desfile de dinero en publicidad y eventos de campaña. Nadie se pregunta: ¿como es posible que inviertan hasta 10 veces más, de lo que sus honorarios van a representar? ¿Es decir, la gente piensa en serio que tener vayas y pendones en cada rincón del departamento (por solo mencionar una cosa), no cuesta una millonada? ¿Y esa millonaria inversión de campaña que representa en los ingresos que tendrán estos personajes en el periodo de gobierno? Pero aun ¿Cómo recuperar ese dinero invertido y aun así son millonarios?
Son muchas las dudas, asistimos a una función, donde cada quién se proclama el papel que desea desempeñar, mientras el público aplaude. La diferencia, es que aquí el publico paga y muy caro, por ver a estos pícaros jugar a llenar su ego, sus bolsillos y su infamia.
Si el Tolima sigue apoyando, votando, este clan, vamos a seguir teniendo personajes como el actual Gobernador del Tolima emergido del clan Barreto, un ex policía que tuvo una condena de 9 años por tentativa de homicidio agravado en los 90 por negarse a comprar una botella de aguardiente a su amigo. Por ello, le propinó 3 disparos y salió del lugar. (Sin embargo, en el 2005 por medio de una jugada jurídica a través de una acción de tutela logró una anulación de la acción penal). Estos son los personajes que engullen el Tolima. Que lo devoran. Personajes investigados, cuestionados y que no tienen ninguna aproximación hacia la construcción de un gobierno que responda a las necesidades de la gente.
Es una lástima que estos clanes, como el de los Barreto y en partidos históricamente corruptos, criminales y pendencieros como el Conservador, hoy tengan 30 de las 42 alcaldías del departamento. Esperemos un día despertemos y reaccionemos al ver lo ridículos e infames que somos al apoyar unos pícaros de esta magnitud, unos seres ordinarios, inertes, básicos y simplones; que insisto, su única cualidad es tener la capacidad de enredar despistados y como Saturno, devorarse todo presente. Esperemos que, como Zeus, el pueblo despierte y acabe con este yugo absurdo y desde ahí brote la esperanza del cambio.