Por: Rodrigo López Estrada
Eres hijo de la montaña, no su dueño. No la vendas, y menos a foráneos.
La codicia y la mentira hieren la historia. Vale más la naturaleza que el vil metal.
No te ufanes de inteligente, las tragedias no sabes leer.
Ahora te dan, mañana te abandonan.
Insisten algunos en Quebradona aún sabiendo de los impactos y daños que no compensarían con nada del mundo material.
Hay esclavos del dinero y por ende suicidas en sus propiedades y responsables de las tragedias en que se incluyen por ceguera de poder y soberbia.
Se dicen otros los más grandes hijos de Jericó porque han “gozado” de representación política, pero defienden el extractivismo aquí haciéndose que no están contra su propia casa, su misma historia y su gozoso patrimonio.
Algunos que conquistaron alturas con votos de una u otra procedencia, ganan ahora la causa del perecer humano y del perecer político.
Hay quienes no pueden con el afecto porque su comportamiento dice otra realidad. Ningún amor cabe en un solo cuerpo. El cuerpo nuestro está cosido a la realidad jericoana: respeto, honradez, verdad, decencia.
Hay que interpretar el desespero de quienes buscan licencia para explotarnos: de eso tan bueno no dan tanto. En la ley del embudo hay dos opciones pasajeras, en la moneda dos caras, en la razón criterios, pero la verdad siempre es una, al relativizarla por conveniencias, se miente, engaña o roba.
De ocurrir lo pretendido por los nuevos invasores, aumentará la población, es decir los votos, y con éstos los presupuestos y ya se sabe cómo se desaparecen, cuánta desgracia nos trae al pueblo y cuánta humillación se recibe de los que desde ya se sabría son sus ordenadores de la liquidación ventajosa que dejan sus “amorosas” palabras y sus risas de hiena.