De la política y otras pasiones

Por: Danna Valentina Montoya Ramirez, Abogada de la Universidad de Los Andes


Que razón tenía el gran Marco Aurelio cuando en su libro meditaciones escribió cuanto más cerca estés de controlar las emociones, más cerca estarás del poder”, la premisa de la corriente filosófica del estoicismo clásico es muy clara: la razón sobre la pasión. En unas semanas de política nacional tan cambiante en las que se rompió el pacto político del Gobierno Nacional con los partidos tradicionales, se cambiaron 7 ministros, se aprobó el Plan Nacional de Desarrollo bajo un fuerte pulso político en el Congreso y existió un fuerte choque entre el Presidente de la República y el Fiscal General de la Nacional parece que la política Colombia ha optado por la pasión sobre la razón.

Aunque indeseable, este fenómeno no es nuevo, de hecho, se encuentra tan arraigado a lo que consideramos debe ser el debate nacional que no sorprende ver confrontaciones políticas enfocadas en lo personal y olvidadas de los ideales. Tristemente, hemos perdido de vista que la democracia se construye en medio de disensos, en los que encontramos en el que piensa diferente una persona capaz de argumentar bajo una visión que enriquece a la mía, y no necesariamente a un enemigo.

Este fenómeno se trasladó al debate del Plan Nacional de Desarrollo en el que desafortunadamente no pasaron artículos que, aunque técnicos y necesarios, eran importantes para el Gobierno. Por lo que muchos congresistas decidieron no evaluar el bien que realizarían a la sociedad, sino que decidieron atacar puntualmente el corazón de algunos procesos que venía adelantando el ejecutivo. Esta suerte, por ejemplo, la corrió la política de transición energética, la reforma medioambiental, la política de derechos sexuales y la política de seguridad digital.

Dos días después ocurrió el más desafortunado de los sucesos que evidencian como la pasión dominó a la razón, sucedió entre el Presidente Gustavo Petro y el Fiscal Francisco Barbosa. En medio de los aún pendientes cuestionamientos que resolver por la investigación de la Fiscalía General de la Nacional sobre el Clan del Golfo, el Presidente bajo una errónea interpretación del artículo 115 de la Constitución dijo que era el jefe del Fiscal, quien a su vez respondió desproporcionalmente que el Presidente era un dictador. Afortunadamente, el Presidente se retracto de lo dicho por medio de un comunicado, pero ya fue demasiado tarde para evitar un capitulo vergonzoso y totalmente innecesario en la política del país.

Cuanto bien podrían hacer nuestros dirigentes si dejaran de lado sus pasiones por un momento, si como dijo el Emperador Marco Aurelio gobernaran con la razón, y la razón guiada por el interés general. El país viene de vivir un estallido social, de una ola de inconformidades que reflejan como los sentimientos están gobernando la opinión pública. Por lo que debemos superar las aversiones que ponen en peligro la institucionalidad, entender que nos encontramos en tiempos de cambio y debatir desde nuestros ideales sobre propuestas, para así dejar de mantenernos en el pasado.

Desde el Gobierno Nacional será imperioso adoptar una política de acuerdos con las demás fuerzas políticas, no solo para que se aprueben las reformas, sino para que llegue a la ciudadanía el mensaje de diálogo que tanta falta hace. Desde la oposición tendrán que evolucionar como lo ha hecho la política, y buscar argumentos que permitan construir y no solo descalificar.

Cierro con la esperanza de que nuestros políticos reflexionen sobre los postulados estoicos que nos dejaron los filósofos de hace dos mil años, que útil les sería para lo que vivimos ahora: La razón sobre la pasión.

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