La depresión: hermana melliza de la ansiedad

Cuando se es consciente de lo que está pasando en nuestra cabeza, lo primero que se nos aparece son varias preguntas: ¿qué es? ¿cómo es? ¿por qué sucede? ¿cuáles son sus causas y consecuencias? ¿cuál es su tratamiento? Y ¿qué otro trastorno está asociado con la ansiedad?, pues bien, al hacerme todas esas preguntas empecé a analizarme y ver qué otro síntoma había empezado a sentir después de los ataques de ansiedad. Es así como empiezo a identificar algunos comportamientos y sentimientos que empezaron a intensificarse con el tiempo: aislamiento social, tristeza profunda, desinterés en diferentes actividades que solía hacer, irritación, ira, llanto, frustración, culpa, dolor de cabeza, dolores en el colon, dormir exageradamente, no querer ir al trabajo, trastorno alimenticio y pensamientos suicidas, todo esto empezó a pasar en mí.

Luego de varios ataques de ansiedad, me empecé a sentir profundamente triste, caminaba por las calles de Ibagué sin ningún rumbo, todos los pensamientos que se me venían a la cabeza eran negativos, no le veía sentido a seguir viviendo, pensaba que las amistades que tenía eran solamente interesadas para pedir favores, pero nunca se preocupaban por mí en realidad y cuando había alguna invitación era a fiestas, farras y tomar licor descontroladamente, el sentimiento de culpa persistía a cada momento sintiendo que era la peor persona del mundo y que el mundo estaría mejor sin mi existencia, la búsqueda de pareja se volvió en el peor martirio, el amor parecía siempre un dolor infinito, no lograba establecer ninguna relación con un vínculo estable y sincero, todo el relacionamiento interpersonal era fugaz y ligero se reducía únicamente a un par de noches llenas de alcohol, drogas y sexo pero nunca a un afecto verdadero, las noches en soledad se encontraban acompañadas siempre de un par de cervezas y en el mejor de los casos, otra persona con los mismos o peores problemas que los míos, así que se ponía una botella de licor hasta perder la conciencia.

Los días transcurrían con los continuos pensamientos de tristeza y de dolor, todos los días durante más de dos semanas era lo mismo, recuerdo muy bien que cuando me subía a una buseta y escuchaba una canción melancólica de una vez lloraba o si veía una situación injusta las lágrimas se derramaban con facilidad, era imposible contener el llanto frente a tanta oscuridad que se aparecía día a día en mi vida, realmente no sabía qué hacer, hablaba con algunas amistades y ellos solamente decía que debía “calmarme” y estar “tranquilo”, cosa que no servía para nada porque el sentimiento seguía hasta llegar a la noche, casi todos los días buscaba un bar para escuchar letras que me identificaban a la perfección y otras que me invitaban a acabar con mi vida.

Allí empezó la depresión, un trastorno que puede tener todo lo que anteriormente he nombrado, pero, que estos síntomas, comportamientos y pensamientos persisten todos los días durante 2 o más semanas, es allí donde acudí a mi cita de psicología y efectivamente se confirmó que estaba padeciendo de una depresión, digo una porque hay varios niveles y al parecer estábamos empezando por el leve, así que la recomendación de la psicóloga fue visitar al médico psiquiatra para confirmar el diagnóstico y empezar un tratamiento. Lamentablemente el miedo es otro de los sentimientos constantes que aparecen y no busqué ayuda psiquiátrica por el temor al “qué dirán” y al estigma social, por una parte, por la otra, les tenía pavor a los psicofármacos, no quería volverme un adicto a ellos y que la sociedad me viera como un “enfermo mental” y por lo tanto ver a un hombre anormal, aislarlo y no contar con él para nada.

Esto continuó en mi vida constantemente y en un próximo relato seguiremos narrando cada episodio en el cual la lucha interna empezó a tornarse muy difícil.

El Nombre del autor se encuentra bajo en anonimato por seguridad.

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