¿Cómo vamos con la Salud Mental en Colombia?

Por: Yadira Yaneth Vargas Carrillo

Psicóloga y especialista en Pedagogía

 

La salud mental es el bienestar emocional, psicológico y social de una persona, la cual le permite interactuar y enfrentar la vida, asumir responsabilidades, manejar el estrés, tomar decisiones y relacionarse con los y las demás. Al ser el puente entre las personas y sus entornos, presenta una gran implicación social; resulta de gran relevancia, por lo tanto, verla y analizarla desde la relación de justicia social y salud mental.

La intención de escribir sobre el tema de salud mental no solamente es explicar su importancia, sino, además, insistir en la urgente necesidad de invertir en ella, ya que sus impactos son un beneficio y ganancia para todos y todas. La pandemia, el confinamiento obligatorio, el retorno a la “normalidad”, la situación sanitaria y las inmensas dificultades socioeconómicas, son factores que vienen afectando la salud mental de los ciudadanos y las ciudadanas en su calidad de vida.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) en su quinta versión del Atlas de la Salud Mental, donde realiza una evaluación de la manera en que los países abordan el creciente problema de las enfermedades mentales, advierte que una de cada diez personas en el mundo en algún momento de su vida requerirá tratamiento por una dolencia mental, y una de cada cuatro del 25 % de la población mundial padecerá un desorden mental a lo largo de su vida, requiriendo control y seguimiento constante.

Dicho informe plantea como conclusión que aumentar el gasto en salud mental termina siendo una inversión, ya que por cada dólar invertido en atención integral e integrada que incluya diagnóstico, tratamiento y rehabilitación en salud para trastornos mentales como la depresión y la ansiedad, termina generando un retorno de cuatro dólares a la sociedad.

En Colombia, la tasa de los trastornos de ansiedad son de mayor prevalencia que otros trastornos mentales. El 19.3% de la población entre 18-65 años de edad reporta haber tenido alguna vez en la vida un trastorno de ansiedad, teniendo mayor prevalencia en mujeres (21.8%). En cuanto a la depresión, se ha dado una creciente prevalencia de aproximadamente 5% de la población adulta, siendo la segunda causa de carga de enfermedad en Colombia. En la infancia, el 12,4% se asusta o se pone nervioso sin razón, el 9,7% presenta cefaleas frecuentes, el 2,3% el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Con lo anterior, no es de extrañar que, en el 2021, luego del confinamiento y entrada a la “normalidad” se marcó el aumento de suicidios más alto de los últimos diez años en Colombia, con 2.350 víctimas, según lo revelan cifras preliminares de Medicina Legal con corte a noviembre. Estas cifras demuestran que, de cada 10 decesos, dos fueron a causa del suicidio.

A nivel regional, Ibagué viene teniendo un aumento en la escala de suicidios. A corte de 2020, la capital del Tolima registró 33 casos de suicidios, siendo la población con edades entre los 27 a 59 años los más afectados y teniendo mayor prevalencia en hombres.

Si algo quedó claro luego de la pandemia y el retorno progresivo a la “normalidad”, es la importancia de invertir y dar mayor prioridad estatal a la salud mental. Es evidente que los daños a la salud mental no desaparecieron con sólo levantar las restricciones, sino que persisten y buscan una mirada y trato concienzudo por parte de la sociedad y el Estado a través de políticas públicas que permitan estrategias claras, focalizadas y con impactos significativos. Sobre todo, requieren de un análisis desde la justicia social, entendida como la repartición justa y equitativa de los bienes y servicios básicos necesarios para el desarrollo de una persona en la sociedad, con miras a garantizar una calidad de vida, derechos y necesidades satisfechas.

Tal y como lo declaró en el 2019 el Dr. Dainius Pūras, principal vocero de salud de la ONU: “La Justicia social es más importante para la salud mental que la terapia y la medicación”… “La mejor manera de invertir en la salud mental de las personas es crear un ambiente de apoyo en todos los entornos, en la familia, el lugar de trabajo. Luego, por supuesto, se necesitan servicios, pero no deben basarse en un modelo biomédico excesivo”.

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