¿Desastre ambiental o ausencia institucional?

Los desastres naturales en muchos casos son producto de la falta de planificación institucional y las malas prácticas de algunas comunidades aledañas a zonas de alto riesgo. Lamentablemente los seres humanos desconocemos los ciclos y dinámicas ecosistémicas y su impacto en el entorno, los cuales, con una institucionalidad ausente, sin capacidad de intervención y prevención siguen generando pérdidas materiales y hasta humanas. Lo que están viviendo las comunidades del Cañón del Combeima en Ibagué, en este sentido, es producto de la falta de un correcto relacionamiento con nuestros entornos naturales, derivado de una política desigual que no garantiza condiciones de vida digna para nuestra gente y una burocracia inoperante e incompetente que, desde la Alcaldía, Corporación autónoma y Gobernación, no logran medidas de mitigación y prevención del riesgo.

La naturaleza nos ha advertido, desde hace muchos años, que, si invadimos los territorios del agua, los ríos, en algún momento, llegarán a recuperarlos. Eso siempre será así, e incluso el tema tiende a empeorar producto de la crisis climática que enfrentamos como sociedad planetaria.

Entonces, la ausencia institucional, la de forestación, la ampliación de la frontera agrícola, la desaparición de los bosques, el mal uso de los suelos, la urbanización desmedida que se presenta sobre ecosistemas estratégicos, la apropiación indebida y despojo de tierras, la construcción de viviendas sobre rondas hídricas, la alteración del Plan de Ordenamiento territorial en función de las constructoras y no de la protección de la estructura ecológica principal, entre otros asuntos, son los que explican el mal llamado desastre ambiental que viven muchas comunidades sobre el cañón del Combeima. Y lo peor es que frente al tema no hay autoridades administrativas y ambientales que actúen con rigor, dado que ellas se mueven sólo por sus intereses politiqueros y no por el verdadero bienestar de las comunidades y el ambiente.

Las voces de los corrillos dicen que el gobernador anterior, Oscar Barreto, construyó su vivienda por encima de las determinantes ambientales y así parece que avanza otra nueva construcción, la del actual gobernador del Tolima, Ricardo Orozco. En relación al tema sólo podemos decir que sí los gobernantes dan pésimo ejemplo, ¿Cómo exigir a las comunidades carentes de oportunidades, que ante la falta de vivienda no arriesguen sus vidas y sus pocas pertenencias construyendo en los territorios del agua?

Debería ser una exigencia colectiva que todas las personas de este país tengamos la posibilidad de vivir con condiciones dignas, eso es tener derecho a techo, pan, educación, salud, empleo, entre otras más. Una utopía entre quienes soñamos un país distinto que empiece a entender la importancia económica, política, social y ambiental de la equidad y el buen vivir.

Ojalá la ciudadanía tolimense siente cabeza frente a estas trágicas realidades y entienda la necesidad de proteger nuestros ecosistemas, evitar los proyectos mineros altamente destructivos y contaminantes, generar acciones de lucha contra la deforestación y en favor de la conservación de bosques y ecosistemas. Pero también que les exija a sus gobernantes que, en lugar de estar como los ricos del pueblo, gastándose lo que no es de ellos, se dispongan a actuar con corresponsabilidad, planeación eficaz y compromiso con los más desfavorecidos.

Es necesario que se implemente desde ya un plan de reubicación de todas las familias que viven sobre la ronda hídrica del río Combeima, que no permitan una sola construcción más que afecte la estructura ecológica principal de los ibaguereños y que se diseñe un plan de adaptación y mitigación frente al cambio climático.

Los tolimenses necesitamos con sentido de urgencia la implementación de acciones eficaces para limitar el cambio climático y sus trágicos efectos, lo cual sólo se puede lograr a través de una gestión del riesgo técnica, científica y con participación de la ciudadanía. No cómo funciona hoy, en donde vemos que quienes direccionan estas labores no tienen formación profesional frente al tema y actúan al vaivén de las circunstancias. Este proceso sólo avanzará firmemente si reconocen la voz de las comunidades, la dimensión ética, la equidad, las evaluaciones económicas y las diversas percepciones y respuestas al riesgo y la incertidumbre.

Necesitamos implementar desde ya acciones de mitigación y adaptación frente al cambio climático, una realidad que llegó para quedarse. Ya estamos cansados de la politiquería y la simulación. Por favor, necesitamos cambiar las fotos y falaces discursos, en acciones concretas que le den bienestar a la comunidad.

 

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