Por: Néstor Ocampo
Cada día son más y de mayor magnitud los problemas ambientales en el departamento y se nota más la Crisis Ambiental que nos afecta: Problemas con el río Quindío, deforestación, invasión aguacatera, urbanización desordenada y sin control, contaminación de aguas, suelos y aire, muerte masiva de abejas y otras formas de vida, uso irresponsable de plaguicidas (venenos que afectan toda forma de vida, incluyéndonos), turismo depredador y consumista que nos consume, obras viales sin respeto a normas ambientales, minería, basura, ruido, congestión vehicular, violencia, inequidad, ausencia de autoridad ambiental, corrupción.
Es lo que ocurre cuando no hay autoridades que se ocupen responsablemente de lo ambiental. Somos el segundo departamento más densamente poblado de Colombia (por encima de 7 veces el promedio nacional) y el primero con los ecosistemas más modificados (al que le queda menos de su mundo natural). Pero politiqueros, gobernantes, administradores, gremios económicos, y «autoridad» ambiental, insisten en promover el crecimiento poblacional y económico, como «desarrollo», en un territorio con recursos limitados. Tremenda irresponsabilidad.
Es necesario asumir lo evidente: aquí ya no hay más recursos ni más espacio para la ambición capitalista. Insistir en el consumismo como modelo de vida y el extractivismo como modelo económico, es una estupidez. La Crisis Civilizatoria que padece la humanidad así lo muestra.
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