Carta abierta de una ciudadana a los jóvenes Colombianos

Fuente: Anónima


Soy una ciudadana mayor de 50 nacida en los años 60 con formación básica en los años 70 y formación en universidades públicas en los 80  y 90.

Ya no soy una de las jóvenes que puede ir a formar la primera línea, pero mi sangre y mi nivel de conciencia sale todos los días a las marchas y daría lo que me resta de vida por estar un minuto al frente de los marchantes defendiendo el legitimo derecho a la protesta, por millones de colombianos que tienen que padecer la ignominia de la forma como ejercen el poder en este país y viendo como poco a poco los bandidos, los ladrones de cuello blanco, los aviones, las abejas, los mantenidos, los avivatos, los deshonestos, los vagos, la masa de ignorantes y oportunistas, los criminales, los narcotraficantes y los que han logrado  formar un ejército para defender sus fechorías en los grupos llamados paramilitares, se ha vuelto viral, como se dice ahora, el decir que los de la vieja guardia, los de los 70, 80 y 90, no logramos hacer nada y le estamos entregando un país destruido y vendido a la corrupción, pero esta aseveración no es tan cierta como parece. No me estoy justificando pero si quiero hacer claridades para formar conciencia en valientes y admirables jóvenes que han despertado.

En el periodo de 1970 a 2000 hubo múltiples y sangrientas (igual que antes) hubo luchas de muchos y muy diversos sectores por oponernos a lo que estaba sucediendo. Desde las universidades públicas, en las que me forme, por años y años los estudiantes fueron reprimidos, asesinados, torturados y desaparecidos por protestar, por denunciar la ola imparable de corrupción que se venía generando.

Fueron y han sido millares y millares de personas, defensores, sindicalistas, líderes comunitarios y líderes estudiantiles que han sido acribillados frente al silencio cómplice de una sociedad de todos los estratos sociales, que decían que éramos revolucionarios, guerrilleros, vándalos que no teníamos nada que hacer sino salir a protestar y tirar piedra, que la universidad pública debería cerrarse para dejar de alcahuetear tanta vagabundería, esos heridos, mutilados, muertos, asesinados y desaparecidos no tuvieron dolientes contundentes, a pesar que, se gritaba y se denunciaba, eso no quedaba sino de puertas para adentro nosotros no tuvimos redes sociales, videos, audios, noticieros, youtubers, medios de prensa, comisión de derechos humanos contundentes y con despliegue internacional que nos ayudaran, que nos dieran voz, que nos ayudaran a gritar y denunciar lo que estaba pasando.

Toda la masacre quedaba en los recintos de los espacios y gremios de los que gritaban. Por años y años hemos denunciado y llorado a nuestros desaparecidos pero no ha habido un Levy Rincón, un Juanpis, un  Beto Coral, un Luisito que comunica, ni un residente que clame la barbarie, ni cientos y miles de jóvenes y personajes de la vida social y política con medios de despliegue como hoy en día, ni comités extranjeros que vinieran a ver lo que pasaba y ayudarnos a investigar qué pasó con ellos.

Lo más paradójico es que buena parte del pueblo que hoy precisamente esta sin formas de sobrevivir, sin esperanzas de salir de la miseria, sin posibilidades de vida, estaban a ayudando a los innombrables en sus campañas presidenciales, apoyando la seguridad vial cuando nunca tuvieron vehículo ni finca a la que salir los fines de semana, apoyando una campaña de seguridad democrática cuando sus derechos laborales, de salud, de educación, de vivienda y de cultura eran arrasadas por ese veneno que engendraban esas mismas campañas.

El arribismo de querer asemejarnos a esas clases llamadas “gente de bien” no le permitió ver a mucha gente que esos mismos serian hoy los que salen a atacarlos con sus fusiles, pistolas y metrallas a defender sus derechos ganados con el hambre y la miseria de los demás. Y no es que un parte de la población no se dé cuenta que la gran mayoría de los colombianos la pasan muy mal, es que eso es requisito del sistema que  ellos  defienden  muchos  deben pasar mal  para  que  otros la podamos pasar bien así de ramplona es su lógica.

No es que les dejemos un país destruido y a un sistema corrupto campante, es que la difusión de la ignominia necesitaba de los avances tecnológicos y sobre todo del despliegue de la conciencia del pueblo que desde hace mucho tiempo era la victima directa de sus políticas. Y el despertar de la conciencia del pueblo, a partir del hambre y la calamidad que lleva el sistema, para ver el juego del cinismo que vive disfrazándose de caudillos innombrables.

Creo que por fin el pueblo está comprendiendo que no son los bolcheviques, ni los liberales, ni los comunistas, ni Fidel Castro, ni los estudiantes revoltosos, ni el sindicalismo, ni los macartisados de izquierda, ni el finado Hugo Chaves, ni Venezuela, ni el Castro-chavismo, ni el genio maligno, ni que el diablo es puerco, sino que las políticas que aireados salimos a aplaudir y apoyar irresponsablemente e inconscientemente se convierten en la espada que se devuelve contra las posibilidades del mismo pueblos.

 

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