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Columnistas Opinión

Por: Carlos A. Vasquez.


Mucha controversia se ha creado por estos días a causa de la adjudicación de un presupuesto departamental para financiar matrícula cero a los estudiantes de la universidad pública del Tolima. Decenas de intervenciones en radio, prensa, y redes sociales nos han inundado de publicidad política pagada, promovida por ilustres de diferentes sectores que aparecen hasta debajo de las piedras a reclamar los créditos políticos de esta buena noticia que, en épocas de crisis, pareciera lo único bueno que ha sucedido a la juventud Tolimense en lo que va corrido del año.

La lucha lógica y la resistencia pacífica, se le reconoce históricamente a Gandhi, que logró su cometido sin emplear la fuerza ni las armas. Las huelgas de hambre lograron poner los ojos del mundo en la India de los años 30’s del siglo pasado, que generó gran presión a la corona inglesa que hasta ese momento dominaban estas tierras, e incluso, el agua del mar, de donde producían grandes cantidades de sal que históricamente habían sido fuente de trabajo del pueblo hindú, como una alternativa de sustento. Con la ocupación inglesa perdieron este derecho y debían pagar impuestos por el uso de agua del mar con fines de lucro. Sí, un absurdo tributario como en la Colombia de 2020. Fue una lucha silenciosa pero decidida que emprendió el líder icónico Mohandas Karamchand Gandhi, entre el 12 de marzo y el 6 de abril de 1930 en donde acompañado de muchos de sus seguidores, inició una caminata, recordada como la caminata de la sal, que recorrió 300 kilómetros y gran parte del territorio de la India, llegando casi un mes después al océano índico, donde recogió un poco de sal con sus manos, y le mostró al pueblo su derecho inalienable sobre su territorio. Así fue, que, en medio del silencio, la razón y el sacrificio propio, desafió al gran imperio haciendo respetar y valer sus derechos como pueblo independiente.

Después de ver la cobertura mediática sin precedentes en una crisis a la que pocos líderes o dirigentes han aportado, y que hoy reclaman reconocimiento a unas supuestas gestiones diplomáticas y de alto gobierno para dar solución a la financiación de las matrículas en la UT y en el ITFIP, se puede mostrar, una vez más, que la carroñería de la politiquería no tiene límites, y que cualquier necesidad ciudadana está expuesta a este reality show vulgar de jefes con alma de vedette, dispuestos a iniciar la función circense por la necesidad conveniente del voto y del aplauso.

Tampoco es verdad que haya que erguir un monumento al gobierno departamental por habilitar dichos recursos: el presupuesto pertenece a las necesidades del pueblo Tolimense y, este caso lo amerita sin necesidad de caer en el chantaje de exigir alabanzas públicas por firmar un decreto de transferencia de recursos que finalmente nos pertenecen. Quienes están obligados a gestionar dichas solicitudes ante el gobernador, porque hace parte de sus funciones contractuales, son los rectores de dichas instituciones. El tiempo dirá si estuvieron del lado de sus alumnos y lograron demostrarlo o no.

Finalizo dando todos los aplausos y el reconocimiento a los verdaderos líderes y gestores que desafiaron la negativa de entregar dichos recursos, y que al mejor estilo de Gandhi, con tenacidad y respeto por la comunidad académica, lograron hacer valer los derechos colectivos de todo un departamento que requería y exigía garantías a nuestro derecho inalienable a la educación.

Camilo Pinzón, Juan Carlos Galindo, Juan Camilo Tibaduiza, Andrés Caro. Para ustedes, todo el reconocimiento y la gratitud por la victoria, además del abrazo fraterno de la comunidad estudiantil Tolimense.

¡AJUA!

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