Túnel de mentiras

Columnistas Opinión

Por: Nestor Ocampo


El titular de La Crónica para referirse a las últimas noticias sobre el Túnel de La Línea es una verdad a medias, o una mentira según se mire.

Dice: “En septiembre entrará en funcionamiento el túnel de La Línea”. Aquí siempre se ha llamado “Túnel de La Línea” al conjunto de obras del Proyecto “Paso de la Cordillera Central y Túnel de La Línea” o sea a una carretera de doble calzada entre Ibagué y Calarcá que atraviese la Cordillera Central. ¿Significa ese titular que a finales de septiembre estarán listas todas las obras de ese proyecto? Afirmar tal cosa es mentir.

Lo que tal vez terminen a finales de septiembre, y eso está por verse, será uno de los dos túneles largos que se deben construir para pasar por debajo del Alto de La Línea, y algunas de sus obras anexas. Siempre se dijo que serían dos túneles, unidireccionales, uno en sentido Calarcá – Ibagué y otro en sentido contrario. Incluso en algún momento se dijo que el “túnel piloto” se ampliaría para ser el segundo túnel. Y también se ha dicho que sería una doble calzada entre las dos ciudades. O sea que si terminan uno de los dos túneles largos quedará faltando el otro para cuya construcción ni siquiera se ha abierto licitación y quedarán faltando muchas otras obras y mucho de la doble calzada.

¿Se han dado cuenta de que desde hace algunos años solo se habla de las obras entre Cajamarca y Calarcá y nada volvimos a oír de las obras entre Ibagué y Cajamarca? ¿Acaso ya están terminadas? Pues NO, entre Cajamarca e Ibagué también hay problemas en las obras como los hay en muchas de las obras que faltan entre Cajamarca y Calarcá.

Lo que informa el Director de INVIAS es que solo se entregarán algunas obras, no todas. Informa que se entregará un túnel para ir de Calarcá hacia Cajamarca y que para transitar en sentido contrario será necesario seguir subiendo hasta el Alto de La Línea, y no se sabe hasta cuándo.

También informa que el túnel que prometen terminar para septiembre, unidireccional, será precisamente el que va de Calarcá hacia Ibagué, el que beneficia a las grandes empresas extranjeras que pronto podrán entrar sus mercancías hasta el centro del país en menor tiempo, con menor gasto de combustible y menores costos y riesgos en el transporte. Las empresas nacionales tendrán que seguir subiendo hasta el Alto de La Línea, con mayores costos y riesgos, para sacar sus productos desde el centro del país hasta Buenaventura. ¿No sería mejor que fuera al contrario?

En otras palabras, falta mucho para que se ponga en servicio el “Proyecto del Cruce de la Cordillera Central”. Recordemos que ese cruce tiene, aproximadamente, 26 túneles, 54 puentes y viaductos, 105 muros de contención, 417 obras de arte, 22 kmts de doble calzada, 19 Kmts de vía nueva y muchas otras obras anexas. Digo “aproximadamente” porque no sabemos qué pueda pasar, pues se han hecho obras no proyectadas, se han cambiado los diseños de otras, se han demolido obras que fueron construidas con errores de diseño o de construcción y hay otras que están abandonadas hace años y no se sabe del estado en que se encuentren.

Los periodistas deben saber que esas obras ya tiene más de 5 años de retraso, han costado por lo menos el triple de lo que iban a costar y AÚN FALTA MUCHO para que estén terminadas y se pueda “poner en servicio” el proyecto. Por favor… ¡no más mentiras!

En cuanto a la “Veeduría del Túnel” hay que decir que es una farsa, otra MENTIRA. Un señor que está ahí para que novea nada y para que no diga nada. Todo lo que ha hecho en tantos años, usurpando el nombre de una supuesta “veeduría ciudadana a las obras del túnel” es decir de vez en cuando que esas obras “traerán desarrollo y progreso al Quindío”, que “ojalá se terminen pronto y con éxito”, que “ahora sí hay luz al final del túnel” (lo ha dicho como 14 veces) y participar en reuniones, eventos, salidas, almuerzos y hasta en tres inauguraciones del túnel (Uribe, Santos y Duque).

Pero en éstos años nada ha visto en cuanto a demoras en la entrega de las obras, errores de diseño, cambios en los diseños, sobrecostos, obras no previstas, violaciones a la Licencia Ambiental, graves daños ambientales causados a Calarcá y al Quindío, incumplimiento de contratos, robos, corrupción, politiquería… nada. Y eso lo convierte en cómplice.

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