Día del médico veterinario, una fecha olvidada y desconocida por la mayoría

Columnistas Opinión

Por: Héctor Hernando García


En este día olvidado y desconocido por la mayoría del pueblo colombiano, quiero rendir un homenaje a una noble profesión, como lo es la Medicina Veterinaria, y por ende, a mis colegas los Médicos Veterinarios. Un saludo fraternal para todos ellos.

En el día del Médico Veterinario, no sobra hacer algo de historia. Aristóteles fue el primero en dejar plasmados importantes conceptos sobre patologías inherentes a los animales, en su extensa obra sobre historia natural.

En Colombia se creó la primera Escuela Nacional de Veterinaria en el año 1885, bajo la tutela del francés Claude Vericel, alumno de Louis Pasteur, y por ende pionero de la Medicina Veterinaria en el país. La Escuela funciono en la calle 4 con carrera 4, barrio las Cruces en Bogotá, donde muchos años después, tuvieron sus inicios en la música, el “burro mocho” Noel Petro y Claudia de Colombia.

Vericel y sus estudiantes, fueron pioneros de la Salud Pública en Colombia, pusieron en marcha el Servicio de Inspección de Carnes en el Matadero Municipal de Bogotá. Sus más brillantes alumnos de esa época, Federico Lleras Acosta y Jorge Antonio Lleras Parra, hicieron grandes aportes a la bacteriología. Lleras Acosta es reconocido como el padre de la bacteriología en nuestro país. Un prestigioso Instituto de Medicina Humana, lleva su nombre.

En 1939 la Escuela Nacional de Veterinaria, se trasladó a la actual Ciudad Universitaria, fue la primera dependencia en funcionar en la Ciudad Blanca. En 1940 adquiere categoría de Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional, de donde es egresado este servidor.

La Medicina Veterinaria ha hecho grandes aportes a la noble tarea de la producción de alimentos y a la Salud Pública. En lo referente a esta, se han logrado importantes avances en la prevención de Zoonosis, enfermedades que afecta al hombre y a los animales. La investigación y la transferencia de tecnología en este campo han sido reconocidas a nivel de Latinoamérica. A los profesionales e investigadores colombianos, en el área de la Medicina Veterinaria, les ha tocado trabajar con las uñas y ser muy recursivos, ya que el Estado, dedica una miseria del PIB para investigación, de lo cual puedo dar fe, ya que trabaje en ambas áreas, en el Instituto Colombiano Agropecuario ICA y en la Corporación de Investigación Agropropecuaria CORPOICA.

El Centro de Investigación y Producción Animal CEISA y el Laboratorio de Investigaciones Médicas Veterinarias LIMV, que funcionan en la Ciudad Universitaria en Bogotá, y que son reconocidos a nivel nacional e internacional, son una muestra del aporte que hace la Medicina Veterinaria a la producción de alimentos.

Desafortunadamente en los países del tercer mundo, y especialmente en Colombia, no se da un apoyo consistente a los productores de alimentos, ni a las profesiones que tienen que ver con el desarrollo del sector primario de la economía, o sea el sector agropecuario. Pero si, se dio un apoyo decidido al sector financiero, creando el nefasto cuatro por mil, que dizque era por uno o dos años, y ya lleva más de veinte. ¿Por qué no se da un subsidio de esta naturaleza a los productores del campo? Seguramente porque los políticos consiguen su caudal electoral en las grandes ciudades y en los pueblos, y el campo les importa un rábano.

Conocemos perfectamente lo que se les vino encima a los productores del campo con el TLC y por ende al pueblo colombiano, a finales del siglo pasado. Los cantos de sirena de los gobiernos de esa época, Gaviria, Samper, Pastrana, hicieron creer al desinformado, apático y masoquista pueblo colombiano que el Tratado de Libre Comercio TLC era el paraíso terrenal o algo más. Los áulicos del TLC, le dijeron al productor del campo, que tenían que tecnificarse para ser competitivos en el mercado libre, que se avecinaba. ¿Pregunto? ¿Conque recursos se tecnificarían? ¿Sería con un subsidio que pensaban darle, como lo hicieron con el sector financiero? Para tecnificarse se requiere fortalecer la investigación, y con el 0.2% del PIB que se dedicaba para ello en el país, por esa época, seguiremos atrasados, rezagados y no podremos ser competitivos, como sucede actualmente.

En E.U. y en algunos países de la Unión Europea, dan jugosos subsidios a los productores del campo, lo hacen porque saben la importancia que tiene para un país la seguridad alimentaria. Pero el TLC prohíbe a Colombia hacer lo mismo con nuestros campesinos. Claro, no les conviene que seamos competitivos, porque el negocio es inundar nuestro mercado con sus productos alimenticios, cargados de pesticidas y de hormonas, y de otras sustancias dañinas como el Aspartame. Y para el colmo de males, nos enciman los transgénicos, engendros genéticos que han causado muchas muertes y enfermedades en diferentes países del mundo, incluyendo los mismos E.U. Que doble moral, pero lo más lamentable, es que nuestra clase dirigente les haga el juego, para llenar sus bolsillos, sin importarles la salud y el bienestar del pueblo colombiano. A estos dirigentes, no les cabe otro nombre, sino el de vende patrias, por no decir la palabra que les corresponde y que ustedes se imaginarán.

Para demostrar que la clase política de este país, no ha tenido sentido de pertenencia con el pueblo y con el productor del campo, puedo citar el caso del Instituto Colombiano Agropecuario ICA, que hizo grandes aportes a la producción de alimentos y por ende al desarrollo del sector agropecuario, teniendo reconocimiento a nivel de Latinoamérica, fue desmantelado, diezmado y reducido a sus mínimas condiciones, por una casta política espuria y corrompida.

Me despido con un tema de reflexión: “En un crudo frío invernal, una manada de puercoespines ateridos, buscaban mitigar el frío juntándose, con lo cual solo conseguían herirse unos a otros, lo que les obligaba nuevamente a separarse, pero compelidos por el frío, nuevamente se juntaban, y se herían de nuevo y se separaban, hasta que les es dado encontrar un justo medio, en que ambos males eran mitigados”

“Tal vez no exista una causa más efectiva para encender un mundo, o para hacer añicos la realidad en la que cada uno de nosotros se acomoda, que la comunicación con otros seres humanos. Basta el contacto con la realidad de los demás, para que nuestras ideas y preconcepciones sean sacudidas por el huracán de la experiencia”.

 Aguachica, César, mayo 10 de 2020

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