Economía Popular y el Empoderamiento de los y las Nadies

Por Nicolas Alvarez Bernal


Seguramente para el lector es usual ver y escuchar en los diferentes paneles de expertos afirmaciones que se repiten a través del tiempo tales como “se necesita que llegue más inversión a Ibagué” o “Ibagué necesita más empleo” y, a pesar que muchos de estos expertos han pasado por altos cargos de la Alcaldía de Ibagué y la Gobernación del Tolima, la situación sigue igual o peor que años pasados con una tasa de desempleo del 18%, tasas de informalidad de más del 50% y una tasa de pobreza del 35%, lo cual es sintomático de una ciudad que se ha estancado en el tiempo, en donde sus ciudadanos sobreviven en condiciones muy difíciles y que carece de grandes apuestas para el cambio.

Dado lo anterior, es evidente la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo económico que han impulsado tradicionalmente los dirigentes de la ciudad, un modelo apalancado en la iniciativa privada no local y en la ampliación de las plantas burocráticas y de infraestructura pública que han derivado en un gran estancamiento social y económico, así como en graves casos de corrupción como el de los Juegos Nacionales. Entonces ¿a qué debemos apostarle? la respuesta es corta, pero no por ello sencillo: al empoderamiento popular de los y las nadies, es decir, aquellas personas que sistemáticamente han sido excluidos del diseño e implementación de las políticas públicas de la ciudad. En específico, me refiero a los vendedores ambulantes, familias que habitan los asentamientos informales, vendedores en plazas populares de mercado, campesinos y todos esos actores quienes integran la economía popular y son los encargados, a pesar de la gran estigmatización, de la supervivencia de la mayoría de ciudadanos ibaguereños.

 Ibagué posee una gran oportunidad para desarrollarse por sí misma a través del ingenio de sus empresarios, la berraquera de todos los trabajadores que laburan para ganarse el pan de cada día, el conocimiento de los profesores y una nueva generación de líderes jóvenes que quieren cambiar las formas tradicionales de hacer política. Para aprovechar las diferentes potencialidades que tenemos los ibaguereños debemos pasar del egoísmo y el individualismo a la solidaridad y cooperación, lo cual es la base para la conformación de empresas de la Economía Social y Solidaria (ESS), un modelo que ha llevado a que ciudades como Oslo, Copenhague o Estocolmo tengan las más bajas tasas de desempleo, pobreza y desigualdad en el mundo. Por ejemplo, para el manejo de la economía popular informal, es clave la conformación de asociaciones, cooperativas y otras organizaciones de la ESS las cuales pueden proporcionar una vía de formalización para estos trabajadores. En ese sentido, el modelo de la ESS es un enfoque alternativo para los negocios cuyo objetivo principal no es solo el rendimiento financiero sino también los beneficios sociales para sus miembros y comunidades.  Por tanto, para estos trabajadores puede resultarles muy útil los modelos de la ESS ya que con estos se puede gestionar recursos propios y de orden local, nacional e internacional más fácilmente, con lo cual puedan arrendar y adquirir mejores espacios; comprar herramientas que les permita ser más eficientes e innovadores y con esto mejorar sus ingresos y condiciones de trabajo.

Ahora bien, en aras de la conformación y fortalecimiento de este modelo cooperativo, el gobierno municipal debe tener un papel complementario y subsidiario para impulsar las diferentes iniciativas populares, para lo cual es básico: i) Apoyarlos a organizarse para la acción colectiva y mejorar el acceso a los servicios (por ejemplo: empresas propias de los trabajadores, cooperativas, seguros, acceso a servicios públicos, etc.); ii) Recopilar datos y crear una base de datos de libre acceso para que las negociaciones entre los trabajadores del sector informal con los diferentes actores del Estado, se haga con base a información rigurosa y de esta forma nivelar las fuerzas; y iii) abrir los espacios para una participación real y vinculante de los distintos actores sociales en la formulación, diseño e implementación de las políticas públicas y realizar acompañamiento técnico para mejorar sus emprendimientos.

Solo un modelo de desarrollo económico cuya base sea la economía popular y empresarial, y donde el Estado tenga un papel complementario y subsidiario para impulsar a estos sectores, puede realmente sacarnos del abismo de baja competitividad, desempleo y pobreza en el cual se encuentra sumido la ciudad.

Por Nicolás Álvarez Bernal estudiante de economía (ultimo semestre) de la Universidad Nacional de Colombia, integrante del colectivo Clase a la Calle y asistente de investigación en la UNAL en temas de mercado laboral

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