Por: Patricia Muethe
Ibagué es la segunda ciudad del país con más acueductos comunitarios, 32 reconocidos institucionalmente y al menos 39 según nuestros recorridos.
El Acueducto comunitario no es un conflicto socio-ambiental, ni es un problema que enfrenta la ciudad en materia de servicios públicos, es al contrario un tesoro democrático muy valioso que es una muestra de la misión y razón originales de los servicios públicos, pensados en todos, en las necesidades particulares de la comunidad, hecho casi siempre en minga, con el trabajo y el aporte de todos, con costos de operación administrativa bajos, con injerencia, opinión, voz y voto de la comunidad sobre sus decisiones.
Tenemos que quitarnos la idea de que el acueducto comunitario es transitorio mientras el municipio puede resolverlo, tenemos que defenderlo y fortalecerlo, el ACUEDUCTO COMUNITARIO opera sin gastos de gerencia altísimos como los del IBAL, opera sin secretaria para cada funcionario, sin burocracia, opera con dignidad que deberían tener todas las empresas de servicios públicos y los costos de operación se ajustan a las necesidades de sus usuarios, tenemos que convertirlo en un baluarte de la ciudad y fortalecer las estructuras comunitarias que son en ultimas las que se escapan de la privatización.
En conclusión los acueductos comunitarios deben dejar de verse como un problema que enfrenta la ciudad y empezar a fortalecerse como las estructuras de valor democrático que son.