Durante el gobierno de Jair Bolsonaro la situación de los indígenas brasileños se ha deteriorado de manera alarmante; la COVID-19 amenaza definitivamente estos pueblos.
Por: Elena Rusca (desde Ginebra)
“El gobierno de Bolsonaro nos desacredita a través de su discurso de odio, así que las empresas madereras y mineras se sienten empoderados y legitimados a explotar los recursos que se encuentran en nuestros territorios”, denunció Adriano Karipuna, líder indígena de la Amazonia, en 2019 antes las Naciones Unidas.
Con la llegada de Jair Bolsonaro al gobierno, la situación se ha hecho más crítica: el agronegocio se expande en tierras indígenas utilizando indebidamente agrotóxicos que inquinan, no solamente el territorio dirigido, sino que también sus alrededores, es decir la tierra ocupada actualmente por los indígenas.
De hecho, la situación con los agrotóxicos en Brasil es extremamente grave. Desde el 2008 Brasil ocupa el primer lugar en el ranking mundial de consumo de agrotóxicos. El uso de estas sustancias está altamente asociado a la aparición de enfermedades como el cáncer y otras consecuencias genéticas.
El apoyo que los indígenas obtienen de partidos políticos u organizaciones sociales es muy poco; sin embargo se ha ido consolidando una red entre varias comunidades para hacer seguimiento a la situación de cada pueblo.
Hoy en día, la COVID-19 no ha hecho que agravar el estado de los Karipuna.
“Ya son más de 1 100 muertos por el virus corona, muchos indígenas están siendo asesinados por la covid19, además nuestras tierras están siendo invadidas, otra cosa que nos preocupa es la quema”, nos denuncia, hoy, Adriano Karipuna . “El gobierno brasileño no está haciendo nada para contener esta situación que le está pasando a los pueblos indígenas, muchos indígenas están siendo amenazados de muerte por defender sus territorios”.
La Reserva Indígena Karipuna.
La Reserva Indígena Karipuna, ubicada dentro de los límites de los municipios de Porto Velho y Nova Mamoré, en el estado brasileño de Rondônia, con más de 378 mil acres y homologada en 1998, se encuentra en el centro de una región donde ha habido una presión constante sobre los bienes naturales de la tierra, lo que provocó disputas por la tierra en el territorio de Karipuna.
El pueblo Karipuna vive bajo la presión constante de madereros ilegales, pescadores y ocupantes ilegales, que se acercan a la aldea ingresando desde todas partes del territorio.
El contacto forzado entre los blancos y los Karipuna de Rondônia ocurrió a principios de los 70. En ese momento, los indios se habían reducido a solo cinco adultos y tres niños. Estas personas, que sobrevivieron a la violencia provocada por el auge del caucho amazónico y otros ciclos económicos que asolaron la región, buscaron la reconstrucción, la reconstrucción y la demarcación de sus tierras.
Ahora, con las invasiones y la complacencia del gobierno brasileño, se enfrentan una vez más a la perspectiva de un genocidio. Los Karipuna están acorralados por las invasiones perpetradas por madereros, ocupantes ilegales, que venden sus tierras, que están legalmente demarcadas y homologadas.
Encontrando apoyo en los sectores económicos y políticos, el Estado brasileño busca, por todos los medios, poner a disposición del mercado los territorios indígenas, especialmente las organizaciones de agronegocios, mineros y ocupas, cuyas actividades son notorias por la deforestación del bosque.
La acción de los enemigos históricos de los pueblos indígenas ha sido prácticamente deslegitimada por su incumplimiento de la Constitución brasileña y la política de protección del territorio nacional.
El pueblo Karipuna ha estado sufriendo por las amenazas contra su bienestar, cultura y territorio. Con la invasión permanente de su territorio, no pueden transitar libremente por él, siendo sus derechos irrespetados por la acción de organizaciones criminales.
Daniel Azevedo Lobo, abogado que, en 2017, al seguir de cerca la dura situación por la que han atravesado los Karipuna, consideró su situación como de extrema vulnerabilidad y genocidio previsible, con el objetivo de invadir la reserva, sacar a los indígenas y apoderarse de la zona.
La destrucción de la selva amazónica cubierta por la reserva Karipuna llegó, a fines de 2019, a una tasa de deforestación equivalente a 1.444 campos de fútbol[1].
Los esfuerzos para resguardar el bosque y remover a los invasores no han sido suficientes para detener la acción del crimen organizado en la reserva de Karipuna, convirtiéndola en el área de acción más vulnerable y urgente del gobierno brasileño.
Hoy se van incrementado las invasiones de madereros, ocupantes ilegales, estos últimos el más agravante, apoyados por los sectores económicos, que se sienten protegidos por un grupo delictivo organizado que actúa contra la reserva y otras tierras indígenas en Rondônia, resultando en destrucción y amenazas al bienestar del pueblo, jefes y aliados Karipuna.
[1] datos de Prodes 2019