Falan, ¿municipio minero o agropecuario?

Por: Liz Avila-R.

El municipio de Falan vive una coyuntura histórica importante. La presencia de varios actores mineros despertó el debate frente a la posición de conservar a Falan como un territorio agropecuario o convertirlo en un distrito minero. Desde hace más de un año Outcrop Gold Corp., una multinacional de origen canadiense, hace exploraciones en el municipio a través de su filial Miranda Gold y su operador Lost City S.A.S. El modelo socioterritorial minero es atractivo para cierta parte de la ciudadanía que considera que esta actividad será un polo de desarrollo para el municipio y el departamento del Tolima. Sin embargo, para el grueso sector de la población que depende de los bienes comunes naturales y culturales, este proyecto es incompatible debido a los profundos impactos ambientales y sociales que genera la minería en cualquiera de sus versiones y fases.

Aunque el territorio se enfrenta ante un cambio de grandes proporciones, no hay claridad sobre la magnitud del problema porque las cifras que manejan la Agencia Nacional de Minería (ANM), la Corporación Autónoma Regional del Tolima (CORTOLIMA), la Alcaldía de Falan y la multinacional minera, no son congruentes.

Actualmente existe un movimiento anti-minero conformado por un grupo de ciudadanos que se oponen a la exploración y a la continuación de ciclo minero en el territorio debido a los impactos negativos que generan las actividades de mineras. Estos colectivos ya están denunciando los riesgos que estas actividades provocan sobre sitios de interés histórico y natural, como por ejemplo las minas de Frias y las Minas de Santa Ana (Figura 1). Estas minas históricas son un recuerdo del origen minero del municipio y de la esclavitud y la miseria que dejaron las actividades de conquista y colonia mineras. Actualmente las minas de Santa Ana hacen parte del sendero ecológico de la Ciudad Perdida, el cual bordea la quebrada Morales y ofrece paisajes de gran belleza natural y cultural para el visitante (Figura 2).

El territorio y su historia

La historia del territorio reporta que esta zona era la frontera entre dos pueblos Caribes: Los Panches y los Pantágoras. El Municipio de Falan tiene su origen en los asentamientos mineros de los españoles que durante dos siglos ejercieron control territorial para explotar las minas de oro y plata de la región. En el proceso de conquista y colonización los extranjeros exterminaron la cultura de los pueblos originarios y dieron comienzo al mestizaje entre indígenas, esclavos africanos e invasores europeos. Tras la independencia, la primera acción de la recién creada República de Colombia fue modernizar las minas y entregarlas a perpetuidad a los ingleses como parte de los acuerdos de financiación de la guerra independentista. La historia muestra que las actividades mineras extensivas siempre estuvieron a cargo de empresas extrajeras, que se dan aproximadamente cada 100 años y que tienen consecuencias adversas para la población y la economía local. Desde 1914 y hasta nuestros días, el Municipio apostó al desarrollo agropecuario y solo hasta 2012 volvieron a aparecer actores mineros extranjeros que nuevamente quieren proyectar al territorio como un distrito minero de oro y plata.

Falan municipio agropecuario y biodiverso

El municipio de Falan se ubica entre los 467 y 1700 m.s.n.m. (metros sobre el nivel del mar), lo que significa que posee un gradiente altitudinal de más de 1200 m en el que se distribuyen selvas andinas y subandinas, bosques secos y una gran cantidad de actividades agropecuarias (Figura 4). El territorio es habitado por muchas especies de plantas y animales, algunas de ellas en peligro de extinción, incluyendo dos ranitas que no se encuentran en ningún otro lugar de mundo (Andinobates dorisswansonae y Andinobates tolimense). La variedad de climas permite el desarrollo de varias actividades agropecuarias, que según CORTOLIMA hacen de Falan “despensa agrícola de la región”. Dentro de los productos que se extraen se destacan el cacao, la caña de azúcar, el aguacate, la guanábana, el plátano, el café, la yuca, el maíz, las plantas aromáticas, el caucho, el frijol, el arroz y recientemente el maní estrella amazónico de Sacha inchi. De todo esto se concluye que el modelo de desarrollo actual del Municipio permite la existencia de gran cantidad de modos y formas de vida.

La riqueza biológica y la alta productividad agrícola del Municipio son producto de la variada topografía, la buena fertilidad de los suelos y la riqueza hídrica del territorio. Esto último se debe a que el 82% del Municipio hace parte de la cuenca de los Ríos Guali y Sabandija, los cuales drenan a la gran cuenca del Río Magdalena. Según estimaciones de CORTOLIMA, el 70% del territorio está bajo la influencia de caños, cañadas, reservorios, quebradas y ríos.

Conflicto minero moderno

Hoy en día la normatividad minera nacional la dicta el Código de Minas (Ley 685 del 15 de agosto de 2001), por el cual se supone que la actividad minera está sometida a una estricta vigilancia. De acuerdo a la normatividad vigente, los contratos de concesión son otorgados por Agencia Nacional Minera (ANM) y tienen una duración máxima de 60 años. La ley establece que la concesión debe desarrollarse en cuatro fases: titulación, exploración técnica, construcción y montaje, explotación y cierre (Figura 5). Según la Constitución, la titulación minera, con la cual se inicia la concesión, debe tener en cuenta la autonomía territorial de los municipios, la cual está expresada en el Esquema de Ordenamiento Territorial (EOT) y en los Planes de Desarrollo.

En el año 2019, el alcalde del momento, Forney Munevar Monsalve, y representantes de la ANM, firmaron una espuria acta de coordinación y concurrencia que pretende abrirle la puerta a las actividades mineras sobre el municipio de Falan. El proceso de titulación presenta irregularidades serias de trámite, ya que no tuvo en cuenta EOT del Municipio, ni tampoco se realizaron las socializaciones obligatorias con la ciudadanía.

Aunque los actores mineros que operan en el territorio son de origen privado y de capital extranjero, todos los actores involucrados en el proceso de titulación, vigilancia y control de las actividades mineras, son entes públicos que deben estar al servicio del pueblo (Figura 6). Lamentablemente hay que decir que al día de hoy, ni la Agencia Nacional Minera (ANM), ni las autoridades ambientales locales y regionales (Alcaldía y CORTOLIMA), ni la empresa o sus operadores (Miranda Gold y Lost City S.A.S), han otorgado información certera y congruente sobre la cantidad de títulos activos, su extensión y ubicación (Figura 7). Adicionalmente, hay evidencia de que se estuvieron adelantando actividades de exploración entre 2012 y 2018, periodo en que no se habían legalizado los títulos y que compromete las alcaldías de Fredy Reyes y Forney Munevar (Figura 7).

La acción de vigilancia y control de CORTOLIMA es lenta y discordante. Adicionalmente, la alcaldesa Lucero Castaño parece tener poco interés en frenar el proceso del ciclo minero, el cual a todas luces presenta incompatibilidades con el EOT y el proyecto socioterritorial del municipio. Para empeorar la situación, hay que advertir que la administración actual recibió “favores” de la empresa, lo cual se puede tipificar como clientelismo. De hecho, la hermana del exalcalde Fredy Reyes, Magda Reyes, quien se desempeñó 6 años como psicóloga del municipio, es ahora la Coordinadora Social de Miranda Gold en el territorio. Este tipo de cosas son usuales en la forma de operar de las multinacionales y podrían indicar que existe un entramado de corrupción que se viene gestando desde hace al menos 8 años y representa una forma de Captura Corporativa.

Aunque los amigos del extractivismo insisten en que se puede realizar “minería responsable”, lo cierto es que las actividades de exploración y explotación de recursos naturales no renovables, como el oro o la plata, implican una gran cantidad de perturbaciones al ambiente, la sociedad y la economía (Figura 8). Las peores consecuencias de la minería no las enfrentan las generaciones que las propician sino las venideras, quienes no van contar con tierras, agua ni aire limpio

Adicionalmente, las actividades mineras propician la concentración de la riqueza y profundizan la desigualdad social. Con el tiempo, las oportunidades laborales y de ingresos tenderán a reducirse, ya que las plazas de empleo ofrecidas por las mineras suelen ser escasas y en muchos casos son de tipo técnico especialista. Por otro lado, las minas acaparan la fuerza laboral para la agricultura, fenómeno que ya ocurre actualmente por la falta de incentivos al campo, y que denuncian los caficultores quienes se están quedando sin obreros para recolectar las cosechas. En consecuencia, el proyecto socioterritorial minero elimina cualquier otra forma de desarrollo para el municipio. . La desaparición de la esfera natural y de la fuerza laboral debido a las actividades mineras implica la perdida de la base biológica de la producción (agua, suelos, polinizadores, etc.) y de las personas que sostienen las actividades agropecuarias y el turismo (Figura 9).

Se puede pensar que las regalías serán suficientes para impulsar el desarrollo del Municipio, sin embargo, es sabido que los subsidios que otorga el estado a las multinacionales son superiores a los ingresos por regalías, lo que anualmente provoca un desfalco a la nación cuyo costo termina siendo asumido por los ciudadanos a través de nuevos impuestos. Adicionalmente, las regalías suelen ser capturadas por las mismas mafias corruptas que propiciaron la llegada de los mineros. Bajo este panorama el pueblo está en su derecho de ejercer su poder a través de acciones democráticas y manifestaciones populares en las que se les hagan saber a las autoridades locales y regionales que no está de acuerdo con el proyecto socioterritorial minero impuesto por la Nación, ya que este va en contravía de la visión actual de desarrollo y sostenibilidad del territorio.