Omar Mejía, un rector que está pensando más en abandonar la institución que en gobernarla, pues, en los últimos meses, aspiró sin éxito a una de las salas de la Corte Suprema de Justicia. Un Consejo Superior manipulado por el barretismo en alianza con el ex rector Fernando Misas Arango, uno de los mayores responsables de la debacle financiera de 2015 y 2016, al ser el principal promotor de la costosa reforma laboral de empleados administrativos de 2012. Un rector a la sombra, como el señor Jhon Jairo Méndez, señalado por promover un convenio con AngloGold Ashanti durante el 2010, y quien ha sido conocido por “ensanchar” el aparato clientelista que tiene la gobernación del barretismo en la UT.
Un sindicalismo entregado a las prebendas del rector Mejía y un estudiantado que no ha logrado organizarse para exigir el regreso a clases presenciales. Una entidad desfalcada por una nueva y costosa burocracia. Un rector que está gobernando con el “fierro caliente” de los procesos disciplinarios, y que nombra a todos los cargos de dirección académica y manipula las elecciones de todos los consejos, en detrimento de la democracia universitaria. Y, una institución que sigue mostrando uno de los peores indicadores de calidad académica y de investigación en los últimos años. Son hechos que deberían preocupar a la comunidad universitaria y a la sociedad tolimense.
Nuestro equipo de investigadores realizó el siguiente informe (en entregas parciales) para tomarle el pulso a la institución, revisando los análisis críticos realizados por algunos profesores de la UT y las fuentes primarias de la propia institución. No sin antes denunciar que, la mayoría de los medios regionales han tomado la decisión de autocensurarse en relación con las denuncias de la UT, o han sido censurados directamente por sus directivos. De hecho, la hegemonía informativa del barretismo en el Tolima está consolidada. A continuación, la primera parte.
Parte I.
Expansión de gastos administrativos
Uno de los temas más preocupantes es el incremento de los costos de personal administrativo de la institución. Después de que el rector Mejía se había comprometido a la austeridad administrativa, lo que se evidencia es que, una vez superó el déficit financiero, duplicó los costos de este personal desde 2020 en adelante, pasando de 18 mil millones en 2018 a 34 mil millones en 2020. Todo ello con la complicidad del Consejo Superior y de los sindicatos mayoritarios de la institución.
Fuente: informes de univalle 2016 (p. 437 ) y 2020 (pp. 18-19 ), e informe rectoría al CSU enero 2019, p. 46.
Aumentaron los gastos de personal administrativo misional
Así mismo, esta investigación encontró otro dato revelador. En la administración anterior, se contaron 612 administrativos con funciones misionales. Mejía, con la promesa de optimizar esta planta, realizó la acción contraria: aumentó las vinculaciones a 701 administrativos en funciones misionales.
Aumento de recursos permanentes, pero sin concursos docentes.
Otro tema preocupante es el destino de los recursos fijos adicionales que recibió la institución por parte del Ministerio de Educación. Entre 2019 y 2021 ha percibido 19.700 millones de pesos para funcionamiento, recursos que son permanentes. Pero, hasta la fecha, no ha realizado una sola convocatoria de docentes de planta y de ocasionales que logre aumentar el cuerpo profesoral. Adicionalmente, la UT recibió un aumento de las transferencias de la gobernación, lo que hoy se estima en 5000 millones de pesos fijos anuales. Recursos que también pudieron cubrir la vinculación de docentes de planta.
Por otro lado, el rector Mejía recibió 22.200 millones de pesos adicionales en el mismo periodo para inversión. Actualmente, no hay información concreta sobre el destino de dichos recursos. De hecho, hay varias denuncias con respecto a sobrecostos y actos de corrupción en suministros y en diseños. Lo que será ampliado en la próxima entrega.